La tolerancia es antigénicamente específica y resulta del reconocimiento de antígenos por células T específicas. Los individuos normales son tolerantes a sus propios antígenos (tolerancia propia). Mientras que los antígenos extraños pueden ser administrados para inhibir preferentemente la respuesta inmunitaria induciendo tolerancia en células T específicas. La tolerancia puede referirse a la no reactividad inmunológica específica a un antígeno resultante de una exposición previa al mismo. La forma más importante de tolerancia es la no reactividad a antígenos propios, pero es posible inducir tolerancia a antígenos no propios. Cuando un antígeno induce la tolerancia, se denomina tolerogénico.